Autora: Adriana Gibbs.

Artículo original aquí: https://adrianagibbs.com/dos-franceses-de-pelicula/

Hoy no es uno, son dos, los personajes que nos ocupan. Están unidos no solo por la profesión, pues ambos desarrollan actividades en el ambiente cinematográfico, también en lo personal hay unión, porque son esposos y de ese vínculo han nacido dos hijos. Hablamos del actor y director de cine Guillaume Canet y la actriz francesa ganadora de un Óscar, Marion Cotillard.

Canet se dio a conocer en su rol protagónico en Asterix & Obelix: The Middle Kingdom. No se conformó con encarnar personajes que le dieran fama, sino que encontró en la dirección otro de los caminos para comunicarse. Y en esa labor ha tenido éxito pues con el film No se lo digas a nadie obtuvo un César como mejor director.

Marion Cotillard, su esposa desde 2007, posee un especial talento, siendo una de las pocas francesas poseedoras de un Oscar en la categoría de mejor actriz. Una mujer apasionada que se hace sentir en las alfombras rojas, no como un maniquí, sino como portadora de su propia identidad.

Ella habla claro y no es víctima de las circunstancias, un ejemplo: su reacción ante los rumores de que fue la causante de la separación de Brad Pitt. No sólo negó la relación, sino que anunció que esperaba su segundo hijo del hombre de su vida, a quien ama. Asimismo lamentó la situación por la que Angelina y Brad estaban pasando y expresó su deseo por que pronto salieran de ese tiempo turbulento.

Marion es la segunda esposa de Guillaume, quien anteriormente estuvo casado con la también actriz Diane Kruger.

La capacidad interpretativa de ella se mezcla con la pasión por lo que hace, fundamental para poder encarnar personajes como Édith Piaf, que exigen del intérprete no solo histrionismo, sino una sensibilidad especial para hacerlo real.

Guillaume y Marion no pertenecen al grupo de esas parejas edulcoradas, cuyo mundo es color rosa. Son mucho más vitales. Comparten su afición por el mar y no solo para contemplarlo, sino para sentir su potencia, quizás por ello han hecho del surf uno de sus deportes preferidos, que practican en familia, mientras saborean algunas cervezas.

La mesa, tema alrededor del cual giran estas crónicas, forma parte de sus placeres, como lo es para cualquier francés, ese que no exige sofisticaciones, sino calidad y honestidad en un plato.

También sus películas reflejan ese compromiso con la vida. Un ejemplo es En el nombre de la tierra (2019), que cuenta la historia de una familia de campesinos abrumada por las deudas, donde Canet interpreta a Pierre, el agricultor desesperado. Un tema de total actualidad cuando la agricultura reclama su rol protagónico en la vida de todos y los cultivadores europeos se quejan porque han sido relegados a segundo plano.

El citado film dio origen al canal de televisión Cultivonsnous.tv, donde Canet junto a Edouard Bergeon desarrolla su activismo ofreciendo programas dedicados a la agricultura, el medio ambiente y la gastronomía. Podríamos decir que Canet es un hombre de acción.

Por eso no extraña que Guillaume Canet compareciera en el Refettorio de París, que acoge la iniciativa solidaria de Massimo Bottura de alimentar el alma y el cuerpo. En esta cocina se puso manos a la obra para atender a quienes acoge, que son los excluidos y les ofrecen platos gourmet preparados con alimentos que no se han vendido en los supermercados, de esta manera crean conciencia para evitar el desperdicio de alimentos.

Marion también vive sus aventuras gastronómicas y algunas han dejado su huella pública gracias a Instagram, como la visita que hiciera en París al desaparecido restaurante Mamie par Jean Imbert, donde disfrutó de almejas acompañadas de una tostada de remolacha.

Este restaurante era algo diferente y reunía los platos de la abuela de Imbert y llegó a dar de comer a famosos internacionales. Los vegetales eran las estrellas. Imbert se ha paseado por cocinas de alto nivel como la de los hoteles Plaza Athénée y el Martínez donde su repertorio, inspirado en las tradiciones, le ha valido el reconocimiento de comensales que no se conforman con superficialidades.

La moda no se escapa de la atención de esta pareja, por eso no sorprende que una de las colecciones de la casa joyera Chopard haya sido diseñada por Marion, pero no sólo se centró en que fuese un trabajo armonioso y que calificara dentro de la alta joyería, sino que fue capaz de crear una joyería ética y responsable, pensando no sólo en quien la va a llevar sino en aquellos que trabajan en la extracción de metales y gemas. Las diseñada por Marion se amparan en certificados éticos.

El vino se convierte en personaje en algunas de sus películas, como ocurre en Un buen año (2006), donde Marion Cotillard comparte protagonismo con Russell Crowe, quien de corredor de bolsa londinense pasa a tomar posesión de un chateau con un viñedo en la Provenza francesa que le cambia la vida, gracias a los recuerdos de su infancia, acompañados del buen vino que comparte con Fanny Chenal (Marion), la dueña de un restaurante. Uno, como espectador, al salir del cine el apetito está más que estimulado y lo más recomendable es refugiarse en una buena mesa.

En Les Petits Mouchoirs (Pequeñas mentiras piadosas), dirigida por Canet en 2010, se coquetea con el tema gastronómico: aparece allí un vino blanco desarrollado por el influyente enólogo Michel Rolland, que representa la pasión de la familia por los terruños del sur de Francia, este vino es un blend entre las uvas Chardonnay y Viognier.

Guillaume y Marion representan a esos seres humanos contemporáneos que no circunscriben su felicidad a un coto cerrado, sino que desean compartirla. Una pareja digna de admiración por su capacidad profesional y por su visión de la vida. Que para ellos el amor viva por largo tiempo.